En una línea de texto, podemos fijar definida la comunicación no como un proceso sino como un arte.
Comunicación es según Antonio Salcedo la respuesta que uno obtiene del receptor del mensaje. Si propusiéramos un paradigma de estructura-expresión y habláramos de la sugestión, tenemos que ligarlo al estado que tiene nuestro receptor para que esa idea se introduzca en su cerebro y que este la acepte como válida.
Entonces podemos empezar a hablar de ciertos elementos inductores en la comunicación. Según Alex Mucchielli estos elementos integran nuestras competencias en el entorno, es decir todos aquellos elementos constituyentes junto a otros elementos que están ligados a la situación comunicativa. Cada elemento inductor gozara de una importancia y status particular en virtud de su influencia.
Veamos un ejemplo de ello sin todavía adentrarnos en el arte persuasivo. Imaginemos una situación en la que estamos cara a cara y esto favorecerá ciertos intercambios comunicativos. Si hablamos a una persona y ella denota que lo que le decimos no se lo estamos haciendo ver como algo personal y se siente un numero mas o totalmente despersonalizada, la aceptación del mensaje será mucho menor que si nuestro mensaje cara a cara es apreciablemente personalizado.
Bien pues empecemos a meternos de lleno en el arte de influir. En la comunicación podemos valorar dos grandes variables. La emocional cuando nuestro argumento crea en el espectador ciertos sentimientos ya sean de agrado-desagrado o atracción- repulsión, y la variable racional. Estos mensajes son basados en evidencias o datos, podemos recurrir siempre a ejemplos basados en hechos ya que la mayoría de las veces es semejante lo que sucedió con lo que sucederá.
En la persuasión nos vamos a centrar en la motivación, para ello me voy a servir de una historia muy recurrente en este caso que es la del ciego sobre el puente de Brooklym y analizaremos que es persuasión ligada a la motivación. Sobre el puente de Brooklym, en una bonita mañana de primavera, se encontraba un ciego pidiendo algo de limosna para comer. En el suelo un cartel que rezaba “Ciego de nacimiento”. La gente, como nos habrá pasado a muchos de nosotros, pasaba delante de él indiferentemente. Un día, un desconocido se paró, cogió su cartel, escribió algo en él y lo devolvió al lugar donde el ciego lo tenía postrado anteriormente. Fue ahí cuando ocurrió que de las miles de personas que pasean por el puente todos los días, se empezaron a fijar y empezaron a arrojar monedas al cestillo de este pobre ciego. El ciego impresionado pregunto a un transeúnte que le había escrito ese desconocido y este le respondió que en el cartel figuraba la frase “Es primavera y yo no la veo”.
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Aquí el peso emocional del mensaje hacia el que camina por el puente es gigantesco. Aquí nos sorprendemos con el contenido del mensaje que ya tiene una gran fuerza por sí mismo. El efecto que este mensaje tiene sobre la conducta humana es brutal. Este contenido propicia un estado emocional en el viandante y este estado emocional psíquico interno es el desencadenante de la acción que ese desconocido regalo a este buen hombre.
Aquí es donde podemos decir que a la gente se les convence con ejemplos emocionales de su vida cotidiana no con teoremas ni formulas. Para terminar diremos que una buena motivación emocional comunicativa llevada a cualquier planteamiento dentro de la empresa o en nuestra vida diaria, hará de esta, un aumento de probabilidad persuasiva, frente al mensaje inicial.
Despedirse de este tema solo se puede hacer con una cita que para Grinder lo ve como una pauta estupenda a la hora de querer comunicar algo que por cualquier motivo queremos crear cierto hueco emocional. A la hora de iniciar una conversación plantéese que conseguir la respuesta adecuada a su propósito dependerá de una pregunta adecuada al mismo.
@antoniogarcia78 @helleworld_ @Gorzas Twitter es el mal.